Es
posible que las historias acerca de la Inquisición Es pañola
hayan sido groseramente exageradas. Los enemigos del papado seguramente les
pusieron sal y pimienta a aquellas persecuciones, prohibiciones y hogueras. Se
trató de un episodio vergonzoso en la historia del catolicismo. La realidad es
que, en el fondo, se trataba del tema de las libertades económicas, sociales y
religiosas. La historia de la humanidad está manchada por grupos que tratan de
imponerles “su verdad” a otros. Parten del principio de que son los
propietarios de la verdad y la razón. Por lo tanto, cuando son minoritarios y
débiles, exigen tolerancia y comprensión. Pero cuando son poderosos persiguen
sin piedad a quien se les oponga y los obligan a someterse.
¿Suena
conocido? Claro, Hitler, Mussolini, Stalín, Castro y sus similares, son
ejemplos de esas persecuciones. Los modernos dictadores, la mayoría de ellos
“tropicales” aspiran a ser sus émulos, y logran su objetivo gracias a pueblos
ignorantes, temerosos y sumisos. Toman ventaja de líderes que,
argumentando la necesidad, de la paz y el entendimiento, les allanan el
camino para su dominación. Ciertamente, la diplomacia es preferible a la
guerra. Pero la política sólo es posible cuando existe una genuina intención
de entendimiento entre las partes. Por eso desconfiamos de las conversaciones
de paz en Colombia. Y por eso nos alarmamos cuando vemos con ojo imparcial lo
que sucede en Venezuela.
Se
que el tema ya se ha vuelto hasta fastidioso y cansón. Pero su importancia
trasciende la posición personal que cada uno de nosotros pueda tener sobre el
asunto. Frente a un país se ha ido desmoronando a paso firme, lejos de tomar
decisiones que remedien la situación, pareciera que el gobierno hace todo lo
posible por empeorarla. Algunos creen que se trata de una enorme incapacidad de
los amos del poder. Otros piensan que los que nos desgobiernan, sólo son
simples marionetas en las manos de los Castro. Sea come sea, lo cierto es que
estamos entrampados… Pero si la cosa continúa así, tendremos que acudir a la Justicia Divina.
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