Entre las devociones a
María, con el paso de los años, una se destaca claramente: el Santo Rosario
En la antigüedad, los romanos y
los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus
dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra rosario
significa "corona de rosas". Siguiendo
esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los
romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus
cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega
de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos
recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el
eterno descanso del alma de las mártires.
ORIGEN Y DESARROLLO. En la Edad Media, se saluda a la Virgen María con el
título de rosa, símbolo de la alegría. Se adornan las imágenes de la Virgen con una «corona de
rosas» y se canta a María como «jardín de rosas» (en latín medieval rosarium);
así se explica la etimología del nombre que ha llegado a nuestros días.En
el s. XIII, en Inglaterra, el abad cisterciense Étienne de Sallai escribe unas
meditaciones en donde aparecen 15 gozos de Nuestra Señora, terminando cada una
de ellas con un Avemaría. Sin entrar en una discusión crítico-histórica pormenorizada
sobre los detalles del origen último del Rosario en su estructura actual,
podemos afirmar que es, sin duda, Santo Domingo de Guzmán el hombre que en su
época más contribuyó a la formación del Rosario y a su propagación, no sin
inspiración de Santa María Virgen. Motivo fue el extenderse la herejía
albigense, a la que combatió, «no con la fuerza de las armas, sino con la más
acendrada fe en la devoción del Santo Rosario, que fue el primero en propagar,
y que personalmente y por sus hijos llevó a los cuatro ángulos del mundo...» La devoción al Rosario adquirió un notable impulso en tiempos de
León XIII añadiéndose a las letanías lauretanas la invocación «Reina del
Santísimo Rosario».En los últimos tiempos ha contribuido de manera
especial a la fundamentación y propagación de esta devoción mariana los hechos
milagrosos de Lourdes y Fátima: «la misma Santísima Virgen, en nuestros
tiempos, quiso recomendar con insistencia esta práctica cuando se apareció en
la gruta de Lourdes y enseñó a aquella joven la manera de rezar el Rosario
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