El papa Francisco, el argentino de 76 años
que en marzo pasó a la historia como el primer Santo Padre de las Américas,
transformará la costa carioca en un gigantesco escenario de su primer viaje
internacional como pontífice para presidir los festejos del Día Mundial de la Juventud. Irá
al corazón de una ciudad conocida por los altos precios de sus propiedades
inmobiliarias y su sexy samba con un mensaje de humildad, simplicidad y apoyo a
los pobres, las prioridades de su papado que ha delineado en sus cuatro meses
en el trono.Conoce bien la
Iglesia católica de Brasil y sabe que está perdiendo miembros
a manos de Iglesias pentecostales y del secularismo. Pero
los festivales católicos para la juventud buscan renovar la fe y se espera que
Francisco, un hombre de la región, amante del fútbol, cautive a los jóvenes con
su humildad y su estilo anticonvencional.
Se cree que más de un millón de personas
acudirán a Río para ver al nuevo papa. Bajo la mirada de la estatua del Cristo
Redentor, la municipalidad ha movilizado a miles de soldados y policías para
que mantengan el orden en una ciudad donde sigue habiendo manifestaciones contra
el gobierno un mes después de unas protestas que sacudieron todo el país.Los
residentes de Río se han preparado para recibir a Francisco y construyeron
imágenes del papa en arena en Copacabana, un sitio donde habitualmente se ven
estatuas de mujeres en bikinis. Rafael
Bastos, un peregrino voluntario que trabajaba en la playa recientemente, dijo
que ya se percibía el "efecto de Francisco" entre los trabajadores de
la construcción, que se esfuerzan por completar el enorme altar blanco donde el
papa celebrará una misa."Francisco me ha cautivado, totalmente",
comentó el muchacho de 23 años, del estado de Minas Gerais. "Ha acercado la Iglesia a la gente y
especialmente a los jóvenes. Es creativo, moderno, no cambiará la doctrina,
pero parece más flexible y abierto".
El que sea de América Latina "hace que
resulte mejor todavía, (porque) entiende nuestra cultura y eso lo acerca a
nosotros y nos permite entenderlo", expresó Bastos.A pesar del optimismo,
estos son tiempos duros para la
Iglesia, incluso en Brasil. El 89% de esta gigantesca nación
era católico cuando Juan Pablo II fue el primer pontífice que visitó Brasil en
1980. Según el censo nacional, en el 2010 sólo el 65% se describió como
católico. El
mismo fenómeno se registra en toda América Latina, uno de los bastiones del
catolicismo a medida que gana terreno el secularismo en Europa y Estados
Unidos. Los abusos sexuales y la corrupción contribuyeron a hacer que la Iglesia perdiese fieles.La
respuesta de Francisco a todos estos desafíos ha sido buscar "una forma
totalmente nueva de relacionarse con el mundo", reflejado en el estilo en
que se comunica, expresó el cardenal de Sao Paulo Odilo Scherer, uno de los dos
latinoamericanos en el Consejo Pontificio para Promover una Nueva Evangelización,
creado en el 2010.
"La Iglesia, la cristiandad, la fe católica no pueden
separarse del mundo", dijo el religioso. "Deben ser parte del mundo,
estar adentro y relacionarse con la sociedad moderna si espera mantener
influencia". Francisco
se ha esmerado por actuar como una persona ordinaria pese a ser papa. No usa el
título de papa al firmar, rara vez se refiere a sí mismo como pontífice y se
considera un buen pastor, que sirve como ejemplo a otros pastores. Otrora un sacerdote que viajaba en
subterráneo en Buenos Aires, hoy es un papa que rechaza los símbolos del poder.
No usa los zapatos rojos de los papas sino que prefiere unos viejos zapatos
negros y no se instaló en la exclusiva residencia papal ni usa un anillo de
oro. Hace poco no asistió a un concierto en su honor en el auditorio del
Vaticano, algo insólito para un papa. "No parece interesado en este tipo de
cosas simbólicas que lo colocan en el centro", dijo el reverendo Joseph
Fessio, otro jesuita conservador y director de la editorial estadounidense
Ignatius Press. Al mismo tiempo, no ha dudado en hacer sentir su autoridad
papal.Su audaz decisión de canonizar a Juan XXIII indica que sabe cómo usar el
poder del papa. Francisco ignoró las reglas del Vaticano que exigen la confirmación
de un segundo milagro antes de que Juan pueda ser declarado santo. Pasó por
alto esa formalidad para que el "padre" liberal del Segundo Concilio
Vaticano y el conservador Juan Pablo fuesen canonizados juntos. Esa actitud fue vista como una medida que
busca mantener contentos a los distintos sectores de la Iglesia. Las
decisiones tomadas hasta ahora por Francisco parecen haber tenido éxito y las
encuestas indican que es muy popular, al menos entre los católicos. Un estudio
reciente en Italia reveló que el 96% de los católicos le tiene
"mucha" confianza a Francisco, un nivel que no se veía desde los
mejores momentos del papado de Juan Pablo."Creo que el 'efecto de
Francisco' es real, que echó a volar la imaginación del mundo. Es visto como
alguien más auténtico porque lleva a la práctica lo que predica", comentó
David Gibson, autor de una biografía sobre Benedicto XVI. "Parece
un cura de parroquia, habla como un cura de parroquia y la gente se relaciona
con eso". "Pero la gente desde Estados Unidos a Africa y Asia observa
y se pregunta cómo le irá. ¿Tendrá en Río el mismo impacto que en Roma?",
agregó. Francisco tendrá muchas oportunidades de demostrar su sencillez en
Brasil, el país católico más grande del mundo, especialmente comparado con un
Benedicto XVI que no era tan accesible y quien visitó Brasil en el 2007.
Muy buena crónica, se agradecen detalles tan cercanos. Bendiciones constantes desde España. Abrazo en Cristo!
ResponderEliminarGracias de tu interés y de lectura. Qu Dios te bendiga. Padre Angelo Venexuela
Eliminar