El Diciembre pasado de 2010 será recordado como una pesadilla. Las recientes lluvias que afectaron varias regiones del país han dejado numerosos damnificados. Ingrata y triste la temporada decembrina por muchos de nuestros hermanos. He leído de subido interés en “El Nacional” el artículo”Diario de una damnificada” de la periodista Milagros Socorro. No se trata de una voz confusa o anónima, sino que esta entrevista nos llega con nombre y apellido, que con gusto reproducimos. El testigo es Yalibet Flores, presente en un refugio. Leemos algunos párrafos: …He dormido en una colchoneta tan finita que parece un sánduche cuando se aplasta dentro la cartera. Al lado está mi esposo. Y del otro lado, tan cerca como él, está un hombre a quien no conocía antes de llegar al refugio… Me duele todo el cuerpo. Sobre todo las costillas, que deben estar apachurradas después de pasar tantas noches en el suelo. En cada salón hay hasta 12 familias… Tengo prisa para llegar al baño antes de que se forme una cola… Los primeros días no nos pudimos bañar. Era terrible. Quiero ir a mi trabajo. Salir de ahí. Respirar una atmósfera que no esté tan cargada con la respiración de tanta gente y, perdóneme, pero también los “vientos” que suelta la gente durante la noche… A las 5.00 de la mañana se puede entrar al baño directamente. La cola y las peleas empiezan poco después de las 6.00.Paso el día en mi trabajo. Limpio casas. Regreso al refugio a eso de las 7.00 de la noche. Y entonces comienza la brega por la comida. Nos dan diablito para el desayuno y atún para el almuerzo y la cena. Los encargados del refugio se quedan con lo mejor que mandan desde los centros de acopio… Yo llego y, con la ropa que tengo, me acuesto. No puedo ponerme un chorcito cortico porque el vecino está pegado ahí. Por supuesto, nadie tiene relaciones en el refugio… La señora Benilde, mi otra vecina en el suelo, llora por las noches. Yo lloro también, pero en la oscuridad le digo:” Cálmese, señora, después de la tempestad viene la calma”. Un relato amargo y triste. Un testimonio que ha secuestrado también la pasada Navidad y Año Nuevo a los damnificados.
Gracias a Dios, el venezolano es un pueblo noble y eso se demuestra cuando afronta dificultades. Venezuela es solidaria en los momentos de adversidad. La tragedia de Vargas movió la fibra solidaria de muchas personas, tanto en ayuda material como en colaboración en tiempo y trabajo para auxiliar a los damnificados. Hoy se repitió este milagro de solidaridad y brilló la generosidad. La parroquia Ermita del Carmen fue centro de acopio de la zona, porque el Padre David, vicario parroquial, es también delegado diocesano de la Caritas de Venezuela. ¡Quanta generosidad, Dios mío! Caritas de Venezuela, es la encargada de la promoción de actividades sociales, tiene una amplísima experiencia en socorro de emergencias. He visto con asombro las escuelas, parroquias, privados y el talante humanitario de gente pobre, regalar comida, alimento, estuches de higiene personal, agua potable, ropa nueva, medicina, para ayudar a los afectados por las lluvias. Se llenó la casa parroquial. El papa Benedicto XVI en su tradicional mensaje URBI ET ORBI , pidió que no se olvide a los venezolanos y colombianos afectados por las recientes calamidades naturales. Y la respuesta en general de la gente de buena voluntad a la instancia del Papa, ha sido positiva y esperanzadora.Pero siempre, en este gesto samaritano como en todo, cabe ir hacia más y hacia mejor.
Nota final: No seré yo el que tire piedras contra nadie, pero ayer último día del año, a pesar de las necesidades - y son muchas - de los damnificados se malgastó paradójicamente una millonada –grave si era dinero del pueblo- en fuegos artificiales, durante toda la noche y monótonamente, para consuelo de los imbéciles. ¿No os parece que esta costumbre, más o menos válida en tiempo normal, es un capricho y un juguete muy caro? ¡Cuántos géneros de primera necesidad podrían comprarse con el dinero de los fuegos artificiales! ¿Quién podrá explicar esta locura colectiva? ¿Más bien se trata de una somnolencia bastante extendida, de una especie de gas letal que se cuela en los pulmones de esta sociedad conformista, que dificulta su andadura y le impide levantar el vuelo? En verdad, “ser hombre es muchas veces una experiencia de frustración” (J. Gonzáles Faus).
A continuación publicamos un “cuento” para animar aún más a los samaritanos generosos de nuestra querida Venezuela.
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