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Nuestra Señora del Carmen

Padre Angelo Ferraro

jueves, 27 de enero de 2011

FIESTA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO.

Mañana, 28 de Enero, celebraremos en la Santa Misa la memoria de Santo Tomás de Aquino, Fue uno de los teólogos más profundos de todos los tiempos y se halla en la cima del pensamiento católico. Se lo llama el doctor incomparable y también el doctor angélico. Presentamos una breve vida de este Santo, como reconocimiento del grande aporte que ha dado a la formación de cada uno de nosotros los sacerdotes en el tiempo de formación teológica de cinco años:
Era hijo de los condes de Aquino y nació en Roccasecca, localidad del entonces reino de Nápoles, en 1225. Sus padres lo llevaron a la célebre abadía de Montecassino, para que los monjes cuidaran de su educación. Al salir de la abadía, Tomás ingresó en la universidad de Nápoles y después en la orden dominicana, a pesar de la viva oposición de su familia. A raíz de esta disensión, fue apresado y encerrado largo tiempo; pero al fin consiguió huir y poco más tarde figuraba entre los oyentes de Alberto Magno, el más prestigioso erudito de aquellos tiempos, que enseñaba en Colonia. Allí se entregó apasionadamente al estudio y a la asimilación constante y profunda del conocimiento. Era físicamente corpulento y de carácter retraído y taciturno. Se dice que sus compañeros lo apodaron el buey mudo. Alberto Magno, al enterarse, habría comentado "Algún día el buey mudo hará oír su voz y su eco resonará en el mundo entero".
Tomás contaba veintisiete años de edad, cuando Alberto Magno le dejó su cátedra en la universidad de París. Tuvo un éxito inmenso. Fue un innovador genial, con argumentos y métodos nuevos; concilió la metafísica y la moral aristotélicas con el contenido de la teología cristiana.
Rechazó el cargo de abad de Montecassino y el arzobispado de Nápoles, que el ofreció el papa Inocencio IV.
Nunca dejó de aprender y estudiar, y de su pluma fueron saliendo una serie de obras admirables, entre ella una "Sobre la verdad", después sus grandes comentarios bíblicos y la "Suma contra los gentiles".
Pero su obra maestra fue la "Suma teológica", empezada en 1268 y terminada en 1272, que fue puesta, como en un sitial de honor, junto a la Biblia, en la sala de sesiones del concilio de Trento.
En ella fundió lo mejor del caudal filosófico griego con la doctrina cristiana, lo que ha sido considerado como una verdadera hazaña del pensamiento humano.
Santo Tomás nunca separó el estudio de la oración; nunca abandonó la plegaria. La meditación y la oración se complementaron permanentemente en la vida de nuestro santo, quien conservó siempre una admirable modestia, un candor infantil y una gran bondad. Habiendo recibido una invitación personal del papa Gregorio X para el concilio de Lyón, se puso en camino. Antes de llegar se sintió gravemente enfermo y, deseando morir en una casa religiosa, mandó que lo transportasen al monasterio vecino de Fossanova. El 7 de marzo de 1274 a los cincuenta años de edad, moría santo Tomás de Aquino, cumbre de la Iglesia y gloria del género humano.
Como esta fecha suele acontecer en cuaresma, su fiesta fue fijada el 28 de enero, que es la de la traslación de sus restos a Tolosa en 1369.
Se cuenta que como estudiante Tomás de Aquino era aplicado y tranquilo. Casi no abría la boca en las clases y en los debates públicos. Llegó a ser tenido por corto de inteligencia por eso lo llamaban el "buey mudo".
Uno de sus colegas, pensando que Tomás no entendía nada de cuanto se enseñaba en la clase, se ofreció a darle algunas clases particulares.
Tomás le dijo:
-Agradezco tu buena voluntad, querido hermano. Prestaré mayor atención. Así lo hizo durante varios días. Aconteció, entre tanto, que en una de las clases se acabó de repente la ciencia de su profesor, Alberto Magno. No sabía cómo continuar, acabando por tartamudear y titubear en una cuestión de teología.
Tomás, notando el percance y olvidando su papel de alumno, prosiguió el hilo de la clase.
Con palabras muy precisas, explicó lo que el profesor no había sabido trasmitir.
Su colega, quedó medio confundido.
La modestia de Tomás lo había engañado hasta ese momento, respecto a su deslumbrante inteligencia.

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