El día 29 de noviembre a las 9.00 de la mañana he celebrado una Santa Misa en la Iglesia Ermita del Carmen, por motivo a celebrarse la “Semana de Educación Especial” con la presencia masiva de niños, niñas y adolescentes de Barcelona y Puerto La Cruz con necesidades educativas especiales , padres y familiares, docente y personal administrativos, obreros y personal técnico, directivos y coordinadores de la modalidad.
El rechazo psicológico contra los discapacitados o, simplemente, contra aquellos a los que se percibe como raros, no es novedad. Desde siempre. Se dice (¿es verdad?) que en la antigua Roma precipitaban de la Roca Tarpeya los niños discapacitados. La Roca Tarpeya ( SAXUM Tarpeium) es la pared de roca situada en el lado sur del Capitolio en Roma , que fueron arrojados por la traidores condenados a muerte. El dictador de Alemania, Hitler, para preservar la “raza” germánica, permitió que se matara un niño nacido con una discapacidad. Yo no podía dejar de pensar mientras oraba a todo esto, mirando el rostro alegre, jovial, gozoso, grato a la vista, de los niños y niñas presentes. Miraba a los padres que participaban a la celebración de la Misa con una actitud casi mística, no obstante el recuerdo más traumático en la vida de un padre descubrir que un hijo ha nacido con una discapacidad, o asumir que un niño previamente sano ha adquirido una discapacidad a causa de una lesión o enfermedad. También los docentes colaboraban con cariño especial por la participación de los niños y niñas a los momentos litúrgicos más importantes de la Santa Misa. Verdad verdadera: he sentido y gustado internamente la presencia de Dios, incluso sensorialmente. En suma: una experiencia espiritual más en mi vida sacerdotal.
Que Dios bendiga a todos los niños y niñas discapacitadas: yo pienso que son los privilegiados de Dios.
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