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Nuestra Señora del Carmen

Padre Angelo Ferraro

viernes, 20 de febrero de 2009

La esperanza es la ultima a morir.

(Discurso leído de parte del Padre ANGELO Ferraro en una Reunión del Clero de la Diócesis de Barcelona).
La esperanza, es la última a morir.

Puesto que estamos en familia (todos los aquí presentes pertenecemos a la gran familia sacerdotal, puedo aprovechar de la bondad y paciencia de todos Ustedes para presentar algunas reflexiones personales. Lo hago saludándoos con la palabras de San Pablo a los Romanos: A vosotros, “predilectos de Dios” que estáis en la Diócesis de Barcelona, “llamados y consagrados, os deseo el favor y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesús”.
Lamentablemente: como a la señal de un invisible director de Orquesta, casi todos los periódicos y también hombres objetivos y tendencialmente optimistas, está entonando la misma canción: todo va mal! Personalmente siempre he mirado con sospecha un cierto tipo de pesimismo, porque da un sentido de impotencia, porque quita el deseo de lucha, porque justifica los peores compromisos.
Aunque cuando el pesimista dice cosas verdaderas, aunque cuando su análisis sin compasión es útil, tengo siempre miedo que alguien la interprete como una invitación a desertar, a inclinar la cabeza, a renunciar a la lucha. Tengo siempre miedo que alguien la use inme­diatamente como coartada, para continuar de hacer nada por solucionar la crisis de nuestro entorno inmediato
Nosotros abundamos de críticos, de censores o Catones: cada conferencia es una acusación, cada discurso un lamento o reprensión. En este modo se está matando la esperanza de un futuro mejor.
Con su mirada capaz de interpretar el porvenir, el filosofo Jesuita Padre TELHARD DE CHARDIN, temía a la"huelga de la Esperanza".
Quiero recordar que el sumo poeta italiano DANTE ALIGHIERI escribió tres poemas, titulados "INFIERNO, PURGATORIO Y PARAISO" y en la puerta del Infierno puso esta frase: "DEJAN TODAS LAS ESPERANZAS VOSOTROS QUE ENTRAIS". Si hablamos siempre en negativo, es infierno, hermanos; y no tenemos ni siquiera "la esperanza de los desesperados" anunciada por el escritor Emmanuel Monníer.
En la apertura del Concilio Vaticano II el gran Papa Juan XXIII decía proféticamente: "Dios nos guarde de hacer creer que no queda mas nada por hacer, que regar de lagrimas nuestro difícil camino!".


Para realizar en la vida, ocurre una imagen positiva del futuro. Con el pesimismo cae la motivación: la gente no sabe hacer mas sacri­ficio, no tiene mas la ética del trabajo, busca solo puestos segu­ros, políticos en los cuales haya poco que hacer y non mueve un dedo para mejorar la situación. Mons. Maradei decía siempre que la gente debe llenarse de optimismo, de fe, de futuro.
Importante, entonces, en nuestra acción pastoral esta nota optimista de la vida. Si unimos la conformidad a la excusa, a la queja o al lamento, la única resultante posible será el fracaso. No hagamos de nuestra vida un hospital de desesperanza, sino una maternidad de entusiasmo.
“El ser humano es el origen de la crisis y también el origen de las soluciones”. Esta idea de Tony de Mello merece ser acogida con gran respeto y, como dice el Concilio, con “obediencia religiosa”.
Por otro lado, se ha dado un cambio radical en la predicación sobre la naturaleza de Dios. Hoy, se enfatiza al Dios con rasgos maternos (Juan Pablo I, el papa de la sonrisa, llamó Dios también madre, escandalizando muchos) y se pone, como ejemplo de conversión y de retorno al buen camino, el relato del Hijo Pródigo.
No creo que tengo que recordarles, hermanos, que aquel Padre no dejó hablar al hijo, no lo exigió confesión de sus pecados, pues su abrazo zanjó todos los discursos premeditados y las posibles cuentas pendientes.
Y a propósito de los pecados el Papa Benedicto XVI el 25 de mayo del 2006, durante su viaje a Polonia, al clero reunido en la catedral de Varsovia, habló además de la 'confessio peccati', para usar una expresión de san Agustín, que siempre debe ir acompañada por la 'confessio laudis', por la confesión de la alabanza. Al pedir perdón por el mal cometido en el pasado, debemos recordar también el bien realizado con la ayuda de la gracia divina que, aun llevada en recipientes de barro, ha dado frutos a menudo excelentes".
Adelante, hermanos sacerdotes, con nuestros pecados, con nuestras fallas, con nuestras limitaciones. A quien le recordaba lo pecados de los sacerdotes el Card. Quintero contestaba diciendo: “También el sol tiene manchas”. Tal vez puede ser importante el pecado –o feliz culpa- para castigar nuestra soberbia, nuestro orgullo
Roguemos a Dios que nos acompañe, nos impulse y nos guíe. Con esos deseos termino en este punto y final. Gracias.

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